lunes, 8 de junio de 2009

De vidas y lunas


Cuando era pequeña le temía a la luna, me daba miedo verla en toda su majestuosidad asomada a la ventana por las noches y cuando era luna llena creía que el conejo que habita en ella iba a bajar a hacerme algo malo, corría a esconderme bajo las mesas y lloraba en silencio rogando porque la luna no me llevara.
Cuando crecí se volvió mi mejor compañera y la busco todas las noches para contarle mis penas, la admiro cuando es grande, naranja e imponente, la admiro por estar ahí sola en el cielo y cada noche salir a compartir las estrellas.
Cuando era niña creía que la vida era sólo un juego, que para vivirla sólo se necesitaba una sonrisa y muchos sueños con que llenarla, me daba mucha alegría la vida y a pesar de verla de una manera extraña, ansiaba recorrerla cada día.
Cuando crecí la vida me cambió la vida, ahora le temo vivirla, ya no es un juego de adivinanzas y sueños de niña, me da miedo no saber cómo vivirla, hacia dónde me lleva y dónde terminará esta vida, me da miedo no poder correr abajo de la mesa, aunque aún lloro en silencio rogando por que deje de ser tan temible mi vida.

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