miércoles, 22 de diciembre de 2010

Descansa en paz abuelita

Hoy a las 4 de la tarde falleció mi abuelita, y me quedé sin palabras, el dolor se me subió a los ojos y se desbordó en un río.
¿Por qué duele tanto la muerte? no pude despedirme de ella, no pude ir al velorio, y no me puedo perdonar no haberla ido a ver como cada año en éstas fechas. Siempre me cocinaba mi sopa de fideos y me preparaba frijoles de la olla que le salían como a nadie. Pero a partir de hoy, ya no habrá abuelita de mi corazón que me cocine con tanta emoción cuando voy a visitarle.
Murió de un infarto fulminante, dicen que no sufrió, que sólo los que nos quedamos aquí sentimos dolor, le lloramos por el vació que deja atrás. Aún recuerdo cuando me llevaba al parque a jugar, o intentaba enseñarme a tejer, a veces, se sentaba horas a ver la televisión en las tardes y llegaba a abrazarla y sentarme con ella. Al final le ponía su aparato para que escuchara que la quería mucho, que se cuidara mucho y se portara bien, que no se me fuera antes de tiempo y que pronto regresaría a verla.
Pero se fue sin darme chance de verla y abrazarla otra vez, ay viejita pequeña, que día escogiste para morirte y yo tan lejos que no puedo ir a reclamarte.
Hoy dormirás en cama de algodón, gracias por dejarme ser tu nieta, por quererme y cuidarme, gracias por atesorarnos en tu corazón tantos años.

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