No me emociona irme, por supuesto no me quiero quedar, pero a dos semanas de cerrar mi estadía en Puebla apenas medio he comenzado a empacar, no sé qué llevarme, qué dejar, ésta vez no hay gran camión de mudanza que mueva mi vida 2mil kilómetros, tan sólo me llevaré mis pertenencias más importantes, lo que quepa en el coche y lo que pueda mandar por correo es todo lo que regresará a donde partí, lo demás se quedará aqui, vendido, regalado, muebles, libros, ropa, juguetes, una vida, un pasado, un presente, tan sólo me llevo un futuro que ni siquiera me emociona y que no sé a dónde se dirige.
Dejo 11 años de mi vida atrás, dejo un sueño que se volvió pesadilla al final, me llevo madurez que adquirí en un año, me llevo todo lo que aprendí aqui, a perdonar, a olvidar, a entender, a hacer milagros con el dinero, a irme a dormir con hambre, a aceptar que no soy súper mujer y que necesito apoyo emocional de mi gente querida, a pedir abrazos, aprendí que no me gusta la soledad, a desconfiar más de las personas....
Aquí perdí la capacidad de sonreír, mi rostro se hizo más duro, bajé de peso de manera exagerada, perdí las ganas de soñar y de planear futuros de color de rosa, gané admiración de mis alumnos, gané experiencia y descubrí mi vocación de maestra.
Gané dos gatos más, perdí uno en el camino, al parecer donde quiera que valla siempre me he de quedar con un gato nuevo y perder uno, es como adquirir algo del lugar y dejar algo a cambio.
Me voy, me voy, me voy y no regresaré.....
Caminante se hace camino y al andar se ve la senda que nunca se ha de pisar.....
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