Hoy pasaron dos angelitos por mi casa, siguiendo un rastro de luz, un camino de flores y un dulce aroma a hogar, sus risas silenciosas inundaron la casa y por un instante un abrazo cubrió mi alma. Hoy compartieron conmigo un dulce de pan y por breves momentos sentados a la mesa escuché sus historias del más allá.
Mañana esperaré a las almas de los grandes con un camino de flores, un rastro de luz y muchas ganas de volverles a abrazar.
A festejar vivos y muertos que es hora de celebrar.
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